Cuando una persona cumple años se
atormenta. No miento, por ejemplo, mi papá se queja de sus arrugas y, además,
dice que a los 30 podía ir a jugar una pichanga con sus patas. Y, aunque me
tengo que chupar su sermón de “me estoy poniendo viejo” es agradable descubrir
que yo también y UNOS no lo notan.
Recuerdo que cuando tenía tres
años iba por el mercado recogiendo las verduras del piso para hacerles una
riquisisísima sopa con agua, sal y fideos crudos para mis hijos, los muñecos.
Me preparaba para ser una madre soltera ¡Oh Dios! Por que mi esposo trabajaba
todo el día (o por lo menos eso les decía a mis muñecos). Pasaron los años,
estaba en primaria y me moría (en serio oe) me moría por estar en secundaria y
ser mayor e ir a fiestas.
Las cosas han cambiado un
poquito. Mis hijos quedaron calatos en
una mochila destinada a una caridad o a alguno de mis sobrinos que quiera jugar
con reliquias (reliquias pe) y aun quiero ser mayor. Bueeeno, según las
circunstancias.
Antes, cuando iba a la discoteca
y era una chibola me hacía pasar como la flaca de cualquier amigo que tenga DNI
(aaajaja, ptm, qué épocas) y me moría de miedo que me dijeran: A ver pe,
chápatelo. Creía que no podría soportar
tener ocho años su saliva en mi organismo. Ahora, en cambio, llego y le hago la
conversación al de la puerta, me dice “qué bonito nombre” y sonrío diciendo
mentalmente: apuuuura papito que quiero entrar. #simicholo #teestoyusando.
Un caso por el que mi amigo
Fermín quedará marcado de por vida es cuando una vieja (ya pues, le llevaba
unos seis años) lo choteó olímpicamente por ser menor. Yo me moría de risa y
pena; Fermín se había emocionado con esta tipa: le compraba cosas, la sacaba
comer, se rociaba perfume y de vez en cuando se bañaba (no mentira, sí lo hacía
o hace). El único problema es la mujer no
lo veía como su pareja, sino como su calentado. Por más que yo le decía su
triste realidad, el tipo no entendía. Fermín aseguraba que sus dotes masculinas
y sus buenas performances en el dormitorio tenían loquita a esta mujer. ¿El
final? Fermín lloró por dos semanas y yo, fiel pata carreta, me burlaba y lo
abrazaba. #losientoFermi
Regresando a mi vida en algunas ocasiones,
me conviene que me alucinen chibola. No he pagado pasaje en algunas ocasiones y
otras pude pasar como si nada a lugares. Pero, si en cuestión de afanes se
trata, podría usar un polo que diga: SOY MAYOR DE EDAD. Y no es que resulte
accesible, sino es que me han visto como el “bonus” en ciertas ocasiones.
Es decir… o sea… ya, lo explico
con una experiencia. Digamos que Papo
sea el tipo por el que he babeado alguna vez. Papo es un ser normal, corriente,
un tanto repetitivo de camisas a cuadros pero todo bien para mí en ese entonces
(creo que aun usa esas camisitas a cuadros de miércoles que me tenían podrida).
Igual, así usara esas camisas y un polo del mismo color para mí era el Piqué de
Shakira #pobreytristeilusa.
Papo tenía la pinta de surfer
maldita (y su amigo Álvaro también, pero ese era presa de otra amiga) aunque no
hacía surf; usaba lentes oscuros en ocasiones y en otras dejaba que el viento
me restriegue en la cara que usaba el perfume de Antonio Banderas (malditooooo
desgraciao). Resulta que Papo es amigo del amigo del amigo de mi hermano (jaja,
mi hermano) y para él he sido, soy y seré la mantequilla. En otras palabras,
Papo nunca me verá porque no soy de su edad.
MIIIIIRA PAPITO, no es que me la
pinte de agrandada pero bien que te has metido con chibolas (Hola hermano, no
me le estoy lanzando porsiaca). Y, aunque ya no me interesas como acompañante
de esta humilde damisela, debo decir que te stalkeé años atrás.
Además, he visto ciertas
miradillas que no son tan inocentes para una mantequilla y si bien ahora tienes
flaca me parece (versión stalker modo ON) quiero recordarte que quizás algún día
terminen y yo diré: ya ves? Por vieja. Y
que no suene a resentida jaja.
Un saludo para toda la chibolada y muchachada que lee el blog, son lo máximo.
Nos vemos Salem, pórtate un tanto mal.
jajaja que buenaaa
ResponderEliminar