Pasadas las 12 de la noche de hace dos semanas (viernes para
ser exactos como Nostradamus), tres de mis amigas y yo decidimos reunirnos para
tomar una copa de vino cada una (y digo literalmente una porque el vino solo
alcanzaba para eso). Nos reunimos con el fin de hablar como usualmente lo
hacemos –noestoyhablandoderajarsinodehablardeloquenospasa- y, después de
escuchar la última canción de Reik apta para tener un paquete de soda directo a
la muñeca, decidí empezar: “Bueno, me pasan cosas”.
Todas voltearon al mismo tiempo como si nunca me hubiesen
visto atraída por alguien (incluyo que he hablado con ellas hasta del chico
simpático del colectivo), las miré y dije: he aguantado ciertas cosas en otras
personas, pero que ustedes me miren así está mal. Una de ellas, Sandra, me
dijo: ¿es David? Me zampé el vino de una
y dije: Es Bruno Paredes. No se dignen a hablar más. Para esto, debo contarles
lo que se cree de Brunito Paredes.
Bruno, joven de 22 años del norte del país, es la clase de
chico que normalmente te puede llamar la atención: churro, con cierta
reputación de galán y sobretodo: atento. En particular, son cosas que a mis
amigas y a mí nos llaman la atención (digo a mí mejor porque cada adefesio que
hemos estado no podrían reforzar tal idea) y que directamente dirigieron mis
ojos hacia él. Las chicas dijeron que estaba bien, que si estaba feliz con lo
que sentía no podría haber otra cosa más linda. Ese “si estaba” retumbó en mi cabeza
unas 15 veces.
Vale la pena decir que aunque yo tengo en mente la imagen de
un Channing Tatum en Votos de amor, Bruno no tiene precisamente esa famita. Ha
estado con dos chicas bien comentadas; le han adornado la frente otras tres y
no vale la pena cuántas veces ha intercambiado saliva en La Noche, discoteca
previamente mencionada. Es más, ciertas personas podrían categorizarlo como
aquel que está a punto de ser señalado por luces de neón con grandes carteles
que digan “Warning: Pendejo a a la vista”; pero ahí está la pavasa que le
atraen los de esta clase. Además yo resalto lo bueno que un chico pueda tener
así tenga esa famita (sí, ya sé, soy media cojudoncia).
Por otro lado, Brunito no tiene nada de diminuto –nomejodanconsudoblesentido-
tiene el coraje de decir que es un gran enamorado (o que lo fue) y que ninguna
chica puede dar queja de él. Que tiene buenas notas y muchas ganas de forjarse
el futuro que por ahora se ve desastroso (saludos para mi profesor que me
matará por el queísmo utilizado) y que, finalmente, busca encontrar nuevamente
esas ganas de tener flaca. Hasta ahí masomenos todo bien. Creo.
El asunto es que conmigo Bruno era/es lindo lindo lindo
(tanto así como para repetir estúpidamente tres veces que es lindo). Habíamos
coincidido en un montón de cosas, en otras cuantas no pero esas pocas cosas que
sí habían hecho que olvide el hecho de ser Summer por este tiempo. Pero ahí
llegó el hermano oscuro de Cupido a fregar el plan.
Mientras tanto, estuve alrededor de cinco minutos tarareando
y pensando que Brunito era un chico bueno, que usaba más la cabeza superior que
la inferior (o por lo menos eso me vendía) y que podría acelerar el minúsculo
pre-anticucho que poseo. Pasados seis minutos todo eso se empezó a tambalearse.
Oye chica que quiero vivi’ un momento traquila.
Me llamó Alexia, amiga en común de nosotros (más de Bruno
que mía) y me dijo: Mujer, tengo algo que contarte.
- - Mira, pasa que me he enterado que Bruno te está
llamando y han salido unas tres veces – disculpa mamita, ¿a ti te han pagado
para ser detective o qué cosa?
- - Sí Alexia, pero todo tranquilo. Justo estábamos
hablando de él.. qué pasa.
- - Pues.. resulta que a ti no solamente te está
afanando.
- -
Sí, me acaban de decir que a Luciana Urrutiaga
también (obviamente no sabía nada, pero me la di de interesante)
- - Ah,¿ya sabías? – no mujer sin huevos, lo estoy
explicando – la cosa es que no te dejes engañar.
Fin de la conversación. Sandra me
miró y dijo: ¿ya te enteraste no? Hola? Acaban de pasar recién media hora de
que les conté y ya pasó todo esto. No puede ser tan maestro para fingir que es
otra cosa, o yo ser tan babosa para no haber notado tremenda salvajada de ser.
A la mier, lo llamo y listo; era eso o aceptar a David Alacena: que daba suave
como el rico sabor de casa, Alacena o Paredes, Paredes, Paredes. NOOOOOO! Ya estoy
jodida.
Después de 54 minutos de “Claro informa que el número
marcado se encuentra fuera de servicio y el molusco de tu hermana”, el joven en
mención contestó. Caí para eso en la idea de que había sido la santa presa
hipnotizada por el verbo del gil este pero no. Súmenle 1hr y media más de
conversación diciéndome que no debería creer todo lo que me dicen. Que debe
haber confianza (después de haber tenido una arena movediza que se devoraba
todo lo que tenía de razón me vienes con esto? –aspirakerosenesuavemente) y que
también él ha escuchado cosas de mí (JE JE JE, Espera ¿QUÉ?). Aclaramos las
cosas (me enteré que decían que YO le había puesto los cachos (pobrecito, tanto
ya que lo han adornado ya hasta le bromean con eso) y es más… ¡ni siquiera
estamos! Me chupé 2hrs de un sermón desinteresado. Al fin y al cabo, Alexia debe
estar entusiasmada también, en cuanto a mí decidí volver a mi plan de ser
Summer y conseguir algún Tom (500 days of Summer) y hacerle esa jugadita. Los
hombres también lloran.
Finalmente, terminé chorreada en el mueble hablando de David
con mis amigas. Las cosas terminaron bien con Brunito, hasta ahora hablamos.
David también me habla seguido. No hay nada que reclamar ¿no?
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