Tu REPUTA.CIÓN


Tengo un grupo de amigas con el que esporádicamente nos reunimos para hablar de nosotras, contarnos ciertos chismes y hablar temas de actualidad (no solamente debemos hablar del gym o de que si Anita se chapó a Pedro, tenemos cerebro). En dichas reuniones nos centramos en lo que nos ha ocurrido las últimas semanas o qué es lo que más nos ha llamado la atención. Cotorreo sano absoluto, según un x. Recuerdo que una de las tantas conversaciones que tuvimos un día:

A: (…) Pero si está con él y se ha agarrado a Penderejillo en su camioneta!

B: Sí pues, pobre Weboncio, me llega esa huevona. Weboncio es mi amigo, cachudo pero mi amigo. No me parece que le hagan eso.

C: Ay chicas, al fin y al cabo él sabe con quién se mete. Aunque lo de gata a ella nadie se lo quita.

Me mato de la risa al leer esto mientras lo escribo. Podría simular que somos las típicas señoras reunidas con las tazas de té y bizcotelas mientras hablan de la sociedad, pero, básicamente, son los problemas de un amigo, no pueden dejarse de lado. Tiempo después, me puse a pensar si había llegado por lo menos a ser gata en un 10% alguna vez, por lo menos…

Fue ahí que recordé mi infancia inocente y pura, en la que si te das un piquito con alguien era sano y que los papás te lo festejaban (ah vivasos, ahora pues). Diego R —ser que puedo decir su nombre ya que no leerá esto pues no llega hasta Arequipa— me regaló un juguete del Autobús mágico el cual aún conserva mi madre.

Según ella, Diego llegaba a su casa y decía: Mami, ella tiene las trencitas más lindas, qué lindo le quedan (puta, qué inocencia, qué vuelvan esos); su mamá le contaba a mi mamá y he ahí el cómo sé ello. Sin embargo, ¿había cierto interés por mostrar mis trenzas y llevarlas de ese modo especial para que él me viera? No. Digo, tenía 4 años, no era mucho, pero si lo llevas al contexto actual — en el que cada mocosa se viste en shorts, saca fotos y las cuelga para ver cuántos le dan like — te darás cuenta que ningún hombre llega ahora con ganas de decirle a su mamá: Mira mami, que lindo su shortsito, se le ve buenasa. Éramos inocentes y púdicas (digo éramos porque los vestidos en noches discotequeras incluyen, gata).

Por otro lado, una amiga (llamémosle Uvaldina, Uvi de cariño) comentó sobre su situación de hace varios meses. Ella terminó con un flaco y al poco tiempo estuvo con otro del mismo grupo, no encontró una razón concreta para que no pudiesen estar (no pes chola, cosa grave si son del mismo grupo) y emprendieron su romance. Tiempo después terminaron, a los días Uvi fue rechazada por sus amigos e incluso ya ni le hablaban. 

Finalmente descubrió que el segundo flaco había dicho que era una GATA (USESE PALABRA QUE INICIA CON P). Por todo el barrio corrió el chisme que Uvi y el chico ya se habían involucrado en otro level, más hardcore, más compromiso. Uvi lo mando junto a Larry (Larryconchtumai) y le deseó uno que otro mal.

Otro caso es el de Fulanita con Sutanito. Sutanito me llega a la nena, no lo conozco. A Fulanita sí la manyo, flaca buenasa de colegio con plata (mismo Cambridge limeño), cabello quemado por el sol, tiene un hermano buenaso de tez bronceada, y bueno, ella es linda. La maldita regia es la gata con medalla de oro de la ciudad. Nadie le dice nada, pero si ella es “la más rica pes”. ¿Rica por ser gata? Rica yo con chicles y puchos en la U, le gano a los del quiosco si hago de eso un negocio.

En las últimas semanas— refiriéndome al presente — un tipo me dijo que le gustaba Clementina, muchacha bonita, un toque cercana a mí y con buen cuerpo. Clementina a las horas me dijo que le gustaba Ignasópolis y también el tipo. La muy gata les había sacado plan a ambos. Con Ignasópolis al fast food y con el tipo por la noche, todo estaba cronometrado. Yo, misma lorna que solo espera que Noah #thenotebook se haga realidad, tenía el chisme de la historia y podía destruirlos. No me interesaba, me maté de la risa y continué caminando.

Lo curioso del último caso es que Ignasópolis me llamó a los días y me dijo que había decidido olvidar a Clementina pues SE HABIA ENTERADO QUE TENÍA MALA FAMA. No me digas Juan. No le pregunté cómo, dónde y por quién se había enterado, al fin de cuentas, era una gata. Nadie podía opinar lo contrario así que preferí mantenerme al margen (¿ya les había comentado que soy maricona? jaja).

Es decir, ya tenemos con muchos pavos que comentan sobre nosotras para seguir metiendo cizaña. La mala fama existe y te la creas, por tus shorts diminutos a los cuales parece que les ha faltado tela, por tus borracheras o por con cuantos has compartido lengua en un mes.  Al hombre siempre le va a gustar meter candela al asunto, a la mujer también. En realidad, la sociedad te está imponiendo etiquetas que te vas creando.

Lanzar miradas picaronas con prudencia está bien, bailar está bien. Chaparse a 15 en una discoteca no es pues mamita. Cuida tu saliva en primer lugar, dos: sabías que la saliva de otro dura ocho años en tu organismo? OCHO AÑOS!! O sea, vas a tener a un tipo equis ocho años en tu cuerpo. Después no te la des que “los chicos son de lo peor” cuando solo ellos se lanzan (excepto unos cuantos buenos).

Ignasópolis me ha invitado un café, no por eso soy gata, pero quién sabe. Seguro hablamos de unas cuantas ese día, no creo incluirme. Fácil incluyo a la tipa del post anterior (la de mi primo), y a la que se metió con mi amigo.

Suficiente bullshit moral para decir que si aparecen unos modelos como Lutz no puedas ser gata. 


Abajo los prejuicios si se clonan de esta clase de muchachos. Arriba la televisión por implatarnos que podemos ser gatas mentalmente si engañamos a nuestros flacos con tipos asi al ver una película. Arriba el movimiento Gatas sin Wishkas .

Les dejo un video para que las neuronas que les quedan por tanta presión del educador les funcionen.


YO SOY TU GATITA FIERA, PA TODAS LAS BANDOLERAS CUYA CANCION ES SU HIMNO



LCDS

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Nos vemos en Salem

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