Hombres: CON y SIN ellos


Podría empezar el post diciendo que el título debería referirse a nosotras, es decir, de ellos para nosotras, pero me invadiría el espíritu feminista y no podría escribir el post de la manera satírica convencional del blog.

¿Será que somos el único animal que se pelea abruptamente con su complemento? Me refiero a que constantemente estamos en competencia cuando hombres y mujeres debemos trabajar en equipo. El león es el alfa que cuida de su cría y de su hembra, además de los de su manada; nunca es capaz de traicionar su lealtad de protección o, por ejemplo, el pingüino macho se queda con las crías mientras la hembra va por comida.

Todo va a la par en el ámbito animal y cada uno tiene sus roles. Y para ser francas, los humanos no hemos podido encontrar mejor/peor refrán para estar próximo a ello que el “si no puede con el enemigo, únase a él”. Claro está que el término enemigo es muy grande para el sexo opuesto, no es para tanto diríamos y que también tenemos el cerebro comparado con los animales. Mira a lo que hemos llegado.

Y es que, aunque estemos en constante competencia con el sexo opuesto, al parecer las fuerzas sobrenaturales de #NoQuieroUnFuturoSoloEnLaCama #QuieroHablarConAlguienMásQueElPortero, nos hacen aceptar y confirmar que no podemos estar apartados de ellos. Los hombres son exquisitamente manipuladores y frívolos para confirmar que tampoco pudieran vivir sin nosotras, no se preocupen.

Para empezar, debemos tener en claro que NINGUN HOMBRE ES IGUAL AL OTRO, por lo que podríamos decir que unas cuantas pruebas de control de calidad masculina no vendrían mal. Por lo mismo, esa frasecita usada nada más y nada menos que para resaltar tu despecho por otro está demás. El factor común es que los hombres son como una masa de testosterona que se une para hablar de sus conquistas mientras nosotras chismorreamos de nosotras mismas, sin embargo, asi sepamos cómo son la gran mayoría, el imán de la atracción hace efecto en cualquiera.

Y los hay de distintos modelos, casera. A lo largo de los post del blog hemos rescatado la diferencia entre uno y otro hombre pero nunca hemos concluido en lo que finalmente causan en nosotras. Básicamente, el resultado será que no sabemos lo que queremos al final.

Los hombres sí que la tienen clara, quieren una chica, un momento lindo, varios días o meses de romanticismo y un final feliz. ¿Ese no era nuestro papel hace unos años? La cuestión es que nos hacemos problemas por cómo actúan que nos alejamos del final feliz que Walt Disney alguna vez nos implantó en la mente.

Los hay los demasiado hostigantes, los malos, los que tu tía te pone porque hacen bonita pareja, los detestablemente vulgares o exquisitamente penderejillos y a cada uno de ellos les buscarás la paja buena, lo que lo hace interesante y morderás la manzana equivocada. Pasa pues, que los hombres son ese mal necesario para que estemos completas. Digo, si no existieran, no tendríamos de qué hablar en la próxima reunión de amigas, ni sufrir al derramar lágrimas.

Somos tan masoquistas que sabemos cómo terminará aquella relación pero tratamos aunque sea iniciarla. Por ejemplo, sabemos que Penderejillo es, claramente, pellejo pero por tal razón ese “algo bueno” está en su misma esencia: ser el malo de la película. Eso es lo que nos atrae, sino Twilight no hubiera tenido tanto éxito o ¿acaso hubiéramos visto la historia de amor entre Bella y Mike, su amigo de la escuela? NO. Ese bichito de la maldad es lo que nos vuelva brutalmente y estúpidamente locas. De igual modo, sabemos el final.. no todas terminamos convertidas en vampiro.

Finalmente, creo que no podríamos hallarle respuesta a cómo va a terminar nuestro absurdo caso de apartarnos de ellos cuando lanzamos despechadamente el “todos están cortados por la misma tijera”.  Como dije al comienzo, es cuestión de buscar un buen complemento, no apartarnos del final feliz, y dejar el luto por un buen tiempo.

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